lunes, 5 de abril de 2010

La V Internacional y la revolución cubana: Un llamamiento al Partido Comunista de Cuba (Daniel Guerra)




“El marxismo ha muerto.” Éste es el mantra que desde la desintegración de la URSS, e incluso tiempo atrás, se repite sin cesar por todos los medios de comunicación burgueses. Sin embargo, a pesar de la incesante campaña mediática contra los principios revolucionarios del socialismo marxista, a escasos kilómetros de las costas del corazón del imperio americano, una pequeña isla caribeña, sitiada, acorralada y brutalmente acosada desde hace cincuenta años por un asfixiante bloqueo económico, comercial y financiero, desafía con orgullo todos los pronósticos de los intelectuales del capitalismo. La revolución cubana sigue en pie contra viento y marea, resistiendo todos los embates de un imperialismo que cada vez que muestra sus garras, es respondido por un pueblo que eleva sus puños al cielo al grito de ¡Socialismo o muerte!

¿Cómo se explica la supervivencia del socialismo en este pequeño territorio del planeta? En los libros de texto de los países capitalistas no se encuentra ningún análisis serio o teoría sobre esta cuestión, quizá por el temor de llegar a conclusiones demasiado desagradables para ellos. No obstante, la revolucionaria cubana Celia Hart de Santamaría escribió en mayo del 2004 el artículo titulado «El “socialismo en un sólo país” y la revolución cubana», del que se extraen tres claves importantes para descifrar esta incógnita.

La primera clave radica en el éxito indiscutible de la economía planificada. El contexto cubano es el de Latinoamérica; un continente donde el hambre, el analfabetismo, la miseria, la escasez de medidas higiénicas y las deficiencias en infraestructuras sanitarias son problemas endémicos. Por otro lado, la ruptura de las relaciones entre el gobierno de Cuba y los países del antiguo bloque oriental, supuso un duro golpe para la economía de la isla, ya de por sí duramente hostigada por el bloqueo. Aun así, las necesidades básicas de los cubanos están cubiertas, el sistema sanitario alcanza al 100% de la población y la educación es universal.

La segunda clave reside en el carácter revolucionario del socialismo cubano. Celia Hart lo ilustra muy claramente al destacar la siguiente característica: El pueblo cubano, cuando se refiere a Cuba, alude siempre a la revolución cubana, en lugar de a la Cuba socialista. Esta peculiaridad, que a simple vista puede parecer anecdótica, revela que el proceso revolucionario no se considera un proyecto acabado ni estancado, lo cual representa un rasgo diferencial respecto a lo que supuso la URSS y el resto de sus antiguos países satélites.

Con la llegada de Stalin, se pasa rápidamente de hablar de la revolución soviética a el socialismo soviético o el socialismo real, lo que induce a pensar en un proceso revolucionario ya concluido. Según Celia Hart, esta diferencia es esencial para entender por qué la revolución cubana no sucumbió tras la caída del muro de Berlín. Asimismo, hay que tener presente que en Cuba el socialismo no fue impuesto por los tanques soviéticos, sino que surgió de la lucha del pueblo, forjándose en un espíritu revolucionario inquebrantable.

Ahora bien, esto no significa que haya que bajar la guardia. Cuando las revoluciones se estabilizan y alcanzan cierto punto de desarrollo, tienden a consolidar un aparato administrativo que puede desarrollar ciertos vicios burocráticos, a menos que el pueblo ejerza un control adecuado. El acomodo a la victoria y la rutina diaria de la construcción de una república socialista son susceptibles de desarrollar desviaciones bonapartistas proletarias (estalinistas) en cualquier revolución, sobre todo para aquéllos que la consideran como un empleo. Cuba no está libre de este peligro, y las estrechas relaciones que mantuvo con las burocracias estalinistas, a la fuerza han debido contagiar ciertas tendencias conservadoras y reformistas a aquellos miembros del Partido Comunista que buscan la tranquilidad y el statu quo.

Así pues, en Cuba, además de los llamados “disidentes”, financiados por Estados Unidos, también existe en el seno de la revolución más de un burócrata esperando el momento oportuno para disfrutar de los beneficios que no pueden obtener con el sueldo de su cargo y siempre habrá quien esté dispuesto a ofrecérselo, y que seguramente ya están maquinando para permitir la entrada de medidas capitalistas en la isla. De la misma forma tratarán de frenar y obstaculizar el proyecto de la V Internacional; y esto no sólo ocurre en la revolución cubana, sino también en el seno de la revolución bolivariana. La lucha contra las deformaciones burocráticas y el reformismo es un frente de batalla constante en toda revolución.

Contra los núcleos más degenerados del Partido Comunista de Cuba, la autoridad del Comandante Fidel Castro Ruz, aquél que fuera capaz de proclamar ante el desmoronamiento de Europa del Este: “Ahora más que nunca, ¡Socialismo o muerte!”, es por el momento un obstáculo insalvable. En cambio, a diferencia de lo que ocurre con las ideas, los individuos no viven eternamente. El imperialismo, como buitre hambriento al acecho, se dispone a asaltar la isla con pactos y negociaciones, resuelto a devorar los triunfos de la revolución cubana con su mejor sonrisa a cambio de unas migajas. En el pasado, el imperialismo recurrió principalmente al bloqueo y las amenazas, sin lograr nada que no fuera unir aún más al pueblo cubano en la defensa de su revolución. En el futuro, intentará comprar y sobornar, tal y como está haciendo ya para construir la disidencia política. Contra tal amenaza, la revolución no debe estancarse ni dar pasos en falso. Como afirmó Fidel Castro en una ocasión comparando la revolución con una bicicleta que avanza y no se debe detener, tampoco la revolución debe frenar, pues de lo contrario, caerá inevitablemente.

La tercera clave del éxito de la revolución cubana, tal vez la más importante, se encuentra en ese sentimiento que recorre las venas de toda Latinoamérica desde que Simón Bolívar soñara con una América Latina unida por encima de fronteras nacionales: El internacionalismo. Mientras que en los países de la URSS se estableció la teoría del “socialismo en un solo país” para servir a los intereses de la burocracia; en el pueblo de Cuba el principio internacionalista se hallaba tan arraigado que ni la burocracia soviética logró arrebatárselo. Para poder comprenderlo mejor habría que remontarse al mismo nacimiento de esta nación, fruto de la fusión de tres continentes. El primer ejemplo más destacado de este internacionalismo se encuentra en las figuras históricas de Máximo Gómez y José Martí.

El general Máximo Gómez Báez, jefe militar de la segunda guerra de liberación de Cuba en 1895, era natural de Bani, República Dominicana. Llegó a Cuba en 1865, donde conoció las penurias de los pobladores bajo el yugo de los colonizadores y no dudó en luchar por la libertad de los cubanos junto con José Martí, fundador del partido Revolucionario Cubano en 1892. Martí hizo del internacionalismo el fin último de la independencia de Cuba. Aunque sin lugar a dudas el más claro ejemplo de internacionalismo que se ha dado en toda Latinoamérica se haya en el corazón de la propia revolución cubana, personificado en la figura del mismísimo Comandante Ernesto (Che) Guevara.

El Che combatió por el socialismo por encima de fronteras nacionales lejos de su Argentina natal. Una vez hubo triunfado la revolución en Cuba, comenzó a promover movimientos guerrilleros por todo el mundo. Rápidamente abandonaría todos los cargos que ocupaba en la isla para, tal y como expresó por carta al pueblo cubano a través de su compañero de lucha Fidel Castro, “combatir el imperialismo donde quiera que éste se encuentre”. Combatió en África, con el fin de apoyar a los movimientos revolucionarios en marcha. El 9 de octubre de 1967, en La Higuera (Bolivia), el Che cae luchando por los más altos ideales que un hombre puede llegar a alcanzar. No existe en toda América Latina un mejor ejemplo de la aplicación de la teoría de la Revolución Permanente de León Trotsky. Éste es el legado más preciado de la revolución cubana para el proletariado mundial.

Hoy en día, Cuba continúa manifestando su internacionalismo compartiendo con el mundo los logros de su revolución, enviando médicos, técnicos, maestros y profesionales en misión humanitaria allí donde fuese preciso echar una mano solidaria. La prueba más reciente se observa en la rápida respuesta de auxilio en los pueblos de Haití y Chile, tras los últimos seísmos que han sufrido. Si bien, este internacionalismo siempre se muestra recíproco desde el mundo hacia Cuba, puesto que proliferan por doquier movimientos de solidaridad con el pueblo cubano y su revolución, manifestaciones contra el bloqueo, campañas contra el acoso mediático, así como todo tipo de gestos de apoyo que mantienen viva la revolución cubana fuera de sus fronteras.

Por otro lado, los aciagos años de soledad de la revolución cubana podrían tener los días contados. En países como Bolivia, cada vez se habla más del socialismo como alternativa al sistema capitalista y su podredumbre, mientras que en Venezuela, la revolución bolivariana avanza con expropiaciones de los medios de producción bajo control obrero. En toda Latinoamérica, la búsqueda de la unión de los pueblos en contra del imperialismo, inspirándose en el sueño de Bolívar, se materializa hoy en proyectos como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), así como la futura constitución de la Alternativa Martiana.

En este contexto, está prevista la fundación de una V Internacional como respuesta a la urgencia de la unidad de la clase trabajadora en su lucha contra el capitalismo. El Presidente Hugo Chávez es el accidente histórico mediante el cual se ha manifestado la necesidad del internacionalismo, una necesidad tan incuestionable que resulta imposible de rebatir. Así pues, rápidamente se ha abierto el debate en todas las organizaciones de izquierda. Sólo el PSUV cuenta con siete millones de afiliados, en seguida se adhirió el FMLN, organizaciones de la IV ya han expresado su adhesión, y la idea va ganando simpatías por doquier, especialmente si nos fijamos en las bases de los partidos y organizaciones más que en sus direcciones. No importa de quién haya sido la iniciativa, la propuesta se ha lanzado al aire e inmediatamente ha echado a volar, dado que es un sueño que anida en la mente de todos los revolucionarios que claman por combatir el capitalismo por encima de fronteras nacionales. Llegado a este punto, ¿quién es capaz de detener la V Internacional? Cualquiera que lo intente pasará a la Historia como un traidor a la clase obrera.

El PC Cubano, paradójicamente, en lugar de apresurarse en abrazar este proyecto y situarse a la cabeza con el internacionalismo del Che y los logros de la revolución como estandarte, está tardando en tomar una decisión sobre su adhesión a la Internacional. Nadie mejor que el pueblo cubano para comprender el inexcusable deber y la imperativa necesidad de extender los principios y los avances de la revolución cubana por todo el continente latinoamericano y por el mundo.

No cabe la menor duda de que en las bases y en las juventudes del PC Cubano, la noticia de la fundación de una V Internacional no dejará a nadie indiferente, y probablemente muchos miembros del partido están a la expectativa del desarrollo de esta propuesta. Pero para entonces, puede que ya sea demasiado tarde. Si todos los revolucionarios esperan a que una internacional defienda un programa auténticamente socialista para participar en su construcción, difícilmente llegará a desarrollarse ese programa. Por eso lo primero que debe hacer el PC Cubano es sumarse sin demora a esta iniciativa sin renunciar ni un ápice a sus principios marxistas revolucionarios. El Internacionalismo, más allá de un sentimiento o de un sueño, es por encima de todo una necesidad imperante para la revolución cubana. Marx afirmó: “En un mar de capitalismo no se pueden dar islotes de comunismo.”

Éste es un llamamiento al Partido Comunista de Cuba y al revolucionario pueblo cubano. La V Internacional será el balón de oxígeno que las conquistas sociales de Cuba necesitan para resistir y avanzar a la vez que la Internacional necesita del PC Cubano su experiencia revolucionaria para luchar contra todo intento de reformismo, de colaboración de clases que pueda aparecer entre sus filas y contra las agresiones del imperialismo. Si la V Internacional no hubiera surgido de la revolución bolivariana, debería haber surgido de la revolución cubana. En cualquier caso, el PC Cubano debe adherirse al proyecto del PSUV para construir una Internacional capaz de extender los principios del socialismo revolucionario por todo el continente y por el mundo. De lo contrario, el futuro de la revolución cubana con todo su heroísmo y sus logros sociales, aislada en medio de las amenazas del imperialismo es claramente incierto y preocupante. Como también lo sería a largo plazo una futura federación de estados socialistas en América Latina si el socialismo no se extiende a nivel mundial.

Daniel Guerra

4 de abril de 2010