lunes, 27 de junio de 2011

¡HUELGA GENERAL EUROPEA!

 
Grecia, un nuevo llamamiento internacionalista a Europa

http://www.facebook.com/event.php?eid=156947117709571

HUELGA GENERAL EUROPEA/ EUROPEAN GENERAL STRIKE/ Ευρωπαϊκή Γενική Απεργία/ GRÈVE GÉNÉRALE EUROPÉENNE/ SCIOPERO GENERALE EUROPEA/ EUROPEU GREVE GERAL/ EUROPÄISCHEN GENERALSTREIK/ AVRUPA GENEL GREV/ VAGA GENERAL EUROPEA/ EUROPEJSKI STRAJK GENERALNY/ Еўрапейскі ўсеагульнай забастоўкі/ Europska generalnog štrajka/الإضراب العام الأوروبي/ Evropský generální stávka/ Европейската обща стачка/ EUROOPAN SUURLAKON/ Европската генерален штрајк/ GINERÁLTA NA HEORPA STAILC/ GENERALA STRIKO EUROPANO

Las huelgas infunden tanto espanto a los capitalistas porque comienzan a hacer vacilar su dominio (...) Todo este mecanismo lo mueve el obrero, que cultiva la tierra, extrae el mineral, elabora las mercancías (…) recuerdan a los capitalistas que los verdaderos dueños son los obreros, que proclaman con creciente fuerza sus derechos, y a los obreros que su situación no es desesperada y que no están solos(…) V.I. Lenin
Compañeros,  poco tiempo  ha pasado desde que  se lanzara en Grecia aquel clamor de ¡Pueblos de Europa, Alzaos! y que tuvo como corolario la convocatoria de una jornada de lucha europea el pasado 29 de septiembre. http://internacional5.blogspot.com/2010/10/29-s-el-triunfo-del-internacionalismo.html

Por  aquel entonces  nos vimos inmersos en todo el  continente  en  un calendario de luchas tan apretado que, sin pretenderlo, llegaron a confluir varios países a la vez en huelga.   

Hemos asistido al comienzo de la espiral revolucionaria desatada en los países árabes  en unas luchas    que rápidamente  superaron fronteras nacionales, y no sólo en  ese territorio. Las banderas egipcias han o­ndeado incluso en tierras tan lejanas como Wisconsin, en el mismo corazón del Imperio, y continúan o­ndeando hoy en día desde El Cairo a Barcelona, Madrid, París o Atenas, de la misma forma que  griegos y españoles intercambian unas banderas que o­ndean ya en las luchas de otros países europeos y árabes.  

La intensificación de la lucha de clases  ha regresado al    viejo continente en forma  de ocupación de plazas públicas  (algunas de ellas rebautizadas como "Plaza Tahrir")   y  con las masas lanzándose a las calles contra los recortes y las  recetas de austeridad del FMI,   principalmente  en España y Grecia, por encima de dirigentes sindicales que no han sabido estar a la altura de las circunstancias, y por encima sobre todo de fronteras nacionales, con lecciones aprendidas de Túnez y Egipto. De estos países se ha comprobado que la lucha sirve y se pueden  derrocar dictaduras en la calle,  siendo la dictadura del capital,  todavía por derrocar, la madre de todas las dictaduras. 

No en vano, la actual crisis le ha arrancado al capitalismo  su  falsa máscara democrática y ya nunca más  podrá volver  a ponérsela.  El impostor ha sido  descubierto por las  masas  y éstas le  exigen una democracia verdadera, una democracia real, la cual, bajo este sistema, simplemente no existe.
Aquel 29 S fue el comienzo de un camino hacia el internacionalismo que nos ha de llevar a una huelga general en el mundo como nunca antes se ha producido.

Hoy  , la huelga general europea vuelve a ser un debate en los sindicatos, en el movimiento, y se ha hecho escuchar incluso en la Confederación de Sindicatos Europeos.    A medida que se avanza en la comprensión de que el enemigo es el capitalismo, el internacionalismo va ganando fuerza. No podía ser de otra forma ante un enemigo que opera a nivel internacional. Por otro lado, la defensa de la consigna de la huelga internacional, es un elemento más que ayuda al avance de dicha comprensión. Sólo por eso, se logre o no la convocatoria de dicha huelga,  esta consigna se hace imprescindible para al menos ayudar a  avanzar al movimiento. 

Contamos también con la debilidad de unos dirigentes sindicales, especialmente en el estado español, donde siendo conscientes de su  escasa capacidad de movilización,   su falta de autoridad y su nula credibilidad,    están barajando, movidos por  la presión de las bases, la posibilidad de  utilizar la única herramienta que aún no han puesto en marcha, pero  para la que cuentan con la suficiente infraestructura y con la que podrían  sacar pecho de verdad  ante la patronal  e intentar  ganar puntos frente a sus bases, so pena de  desaparecer engullidos por  la marea de indignación que recorre el   mundo. Esta herramienta es la huelga general europea. 

Sin embargo, se trata de una  herramienta a la que las cúpulas sindicales, acostumbradas a tenerlo todo bajo control,   le tienen auténtico pavor,  pues saben que una vez que se haya conseguido paralizar un continente, una vez que el pueblo haya experimentado, aunque sólo sea durante 24 horas, el enorme poder de la clase obrera, esta herramienta  se les escaparía de las manos.

De entrada, superadas ya las barreras nacionales,  sería  imposible de  mantener las luchas  en  los límites de las  fronteras  continentales.  Por otro  lado,   tratándose de una huelga internacional, el trabajador más inexperto en la lucha de clases, participe o no en ella, no tendrá duda alguna de  qué es a lo que nos enfrentamos. 

Si esto no es contra  Zapatero, ni Sarkozy, ni Merkel o Papandreu, si esto no es contra un gobierno en concreto,  no hay otra conclusión posible, nos enfrentamos al sistema capitalista.

De la presión que ejerzamos las masas en las bases de nuestras organizaciones depende que esta huelga se lleve a cabo y sea contra el capitalismo.

¡Rise Up!

Daniel Guerra

viernes, 3 de junio de 2011

LOS REVOLUCIONARIOS Y LAS ORGANIZACIONES DE MASAS

A principios del 2010, los efectos de la crisis ya eran galopantes, aunque los pueblos de Europa estaban aún por alzarse y los países  árabes, atrapados bajo la bota de unas dictaduras apoyadas por el imperialismo, parecían asumir resignadamente un destino de miseria y opresión. Por aquel entonces el epicentro revolucionario se encontraba en latinoamérica, donde entre otras cosas, la iniciativa de la fundación de una Internacional estaba candente.  En medio del debate de la propuesta de la V Internacional, con el ánimo de aportar ideas, realicé en aquella época un artículo titulado "La V Internacional y las organizaciones tradicionales"

Año y medio después, debido a estos primeros síntomas que tímidamente se comienzan a detectar de presiones desde las bases hacia la cúpula en los partidos para forzar un giro a la izquierda, que en el caso español se está produciendo tanto en IU como en el PSOE, donde trabajadores comienzan a preguntarse cómo es posible que la izquierda sea tan impotente ante los ataques del capitalismo, a la vez que vemos aparecer a dirigentes con un lenguje ligeramente más "izquierdista" y lanzando propuestas de conectar con el movimiento del 15 M ( Esto es el comienzo de un proceso que puede durar años, con avances y retrocesos, tal vez los primeros indicios de esto desaparezcan con el debilitamiento del movimiento 15 M , pero las luchas resurgirán y con más fuerza,  es inevitable y el proceso  terminará por agudizarse) he creido oportuno extraer parte de aquel artículo, obviando todo lo referente a latinoamérica y la V Internacional del artículo primigenio ( aunque he dejado todo lo referente a la historia de las internacionales, pues nunca viene mal un poco de Historia).

Sé que cuando afirmo que los trabajadores, en última instancia, cuando entran en política se dirigen hacia sus organizaciones tradicionales, muchos dirán "¡pero si el pueblo está en las plazas, dándoles la espalda a partidos y sindicatos!" Bien, insisto en que este movimiento es algo que acaba de comenzar, el "apoliticismo" ideológico existente en asambleas y expresados por miles tiene que evolucionar según los próximos acontecimientos y la experiencia, de entrada no es el mismo "apoliticismo" producido por el desengaño que se puede encontrar entre las decenas de miles de trabajadores que han acudido a las caceroladas y que en muchos casos no hablan en asambleas por "respeto a los jóvenes" ni entre  los centenares de miles o millones que apoyan este movimiento.  Tarde o temprano los trabajadores entrarán en escena buscando mucho más que manifestarse,  buscarán una dirección, unas  infraestructuras, unas herramientas de lucha permanentes y fuertes  independientemente de que se organicen en comités o no, y las organizaciones  de izquierdas van a jugar su papel en todo este proceso. Los sindicatos tendrán que mover ficha. No es casual que CCOO y UGT hayan roto con la patronal ahora cuando antes del 15M parecía que iban a llegar a un acuerdo. Los partidos tampoco van a quedar al margen. Autores de los manifiestos que han inspirado el movimiento 15M  ya  han expresado que los sindicatos han de intervenir. El que quiera leer el artículo original del que extraigo estos fragmentos puede encontrarlo en el blog. http://internacional5.blogspot.com/2010/03/la-v-internacional-y-las-organizaciones.html
LOS REVOLUCIONARIOS Y LAS ORGANIZACIONES TRADICIONALES DE MASAS.

Es un hecho incuestionable que las direcciones de los partidos tradicionales de izquierda en Europa, llámense partidos socialistas, comunistas o bien de otra forma tras la extinción de sus siglas originales y sus símbolos más revolucionarios —señal visible de la pérdida de contenido de clase de su programa— han encallado en el reformismo al perder la confianza en la clase obrera y en la posibilidad de la transformación socialista de la sociedad.

Actualmente tenemos por un lado a las organizaciones provenientes de la II Internacional, y por el otro a las que se sumaron a la III Internacional o partieron de ella. La II Internacional, fundada por Engels en base a un programa genuinamente marxista, sufrió la degeneración del reformismo y el revisionismo en sus filas, surgiendo la III Internacional de los elementos que aún mantenían viva la llama del marxismo. No obstante, sería una burda generalización afirmar que los grupos y organizaciones más revolucionarios se sumaron a la III Internacional, quedándose de este modo los más reformistas en la II.

En el primer congreso de la III Internacional, grupos y organizaciones centristas, ante el hecho de que la Internacional Comunista se había ganado las simpatías de la inmensa mayoría de los trabajadores de todo el mundo, aun cuando la única organización de masas real era el partido comunista ruso, intentaron adherirse a la “Komintern” a la vez que esperaban mantener una autonomía suficiente que les permitiera continuar su política. Así pues, ante la entrada de elementos ajenos al marxismo, la III Internacional intentó ponerles freno con la instauración de una lista de veintiuna condiciones que numerosas organizaciones, a pesar de que muchos de sus dirigentes y militantes continuaban sintiéndose marxistas, no adoptaron por múltiples motivos. Posteriormente, con la degeneración del estalinismo, grupos, corrientes y partidos de la II Internacional llegaron incluso a superar a la III Internacional en cuanto a ideas, prácticas y métodos marxistas.

La degeneración de la komintern supuso que todos los partidos dependientes de ella o situados en su entorno de influencia abandonaran, en la práctica, los principios marxistas y revolucionarios más elementales, aunque hay que decir en pro de sus bases que en un principio este hecho no era evidente para la mayoría de trabajadores y activistas que militaban en sus filas. Por lo tanto, sólo era cuestión de tiempo que ambas internacionales acabaran, en lo que concierne a sus direcciones, confluyendo en un camino que no visibilizaba ya la revolución.

Una vez que la mayoría de la izquierda oficial ha aceptado la lógica del sistema capitalista ya no tiene nada más que ofrecer al pueblo. El reformismo es un callejón sin salida, puesto que al negarse a tocar las bases del actual sistema, no puede resolver las desigualdades, injusticias dramas y calamidades que genera el capitalismo. La incapacidad para aportar soluciones concretas a problemas reales ha llevado a la izquierda a ofrecer en bandeja de plata a parte de su electorado y la primacía del discurso de la solución de los problemas a la derecha más rancia y reaccionaria, puesto que allí donde no llega la verdad de la izquierda, llega la razón de la derecha.

El aspecto más dramático y paradójico de este asunto es que la propia izquierda es quien oculta esa verdad, que no es otra que la que explica que vivimos en un sistema que necesita de la explotación, el sufrimiento y la miseria de la mayoría para el beneficio y el enriquecimiento de una minoría. En cambio, los dirigentes reformistas lo único que pueden hacer es aplicar medidas de maquillaje que no conducen a nada, y el siguiente paso, por otro lado lógico, es simplemente medrar para ocupar un escaño o un cargo que les haga la vida más fácil.

Sin embargo, en Europa, aun teniendo en cuenta los quince años de crecimiento económico anterior a 2008, y que finalizó ese mismo año con el estallido de la crisis actual, el reformismo no es suficiente para explicar la actual bancarrota de las organizaciones de la izquierda, quedando patente su incapacidad para ofrecer una alternativa socialista al capitalismo. En las degeneraciones reformistas y burocráticas de las direcciones de nuestros partidos, en los errores y las traiciones de nuestros dirigentes, el capitalismo ha invertido considerables esfuerzos interviniendo, manipulando, dividiendo, comprando y corrompiendo dentro, fuera y alrededor de las principales organizaciones de la izquierda. Pero aunque las direcciones hayan sucumbido a estas presiones, las bases continúan fieles a sus principios más revolucionarios y además aprenden en base a su experiencia.

Si me he referido a la degeneración de las direcciones como un hecho incuestionable, también es innegable que la clase obrera no consiente que intereses ajenos a su lucha les arrebaten sus organizaciones tradicionales, aunque la fuerza de esta oposición depende en gran medida de la presencia y la influencia que ejerzan en el seno de sus organizaciones. El abandono de los principios marxistas por parte de cualquier organización obrera no se ha producido nunca sin fuertes luchas intestinas, dimisiones y disoluciones de las agrupaciones juveniles, así como el rechazo de buena parte de las bases y simpatizantes.

En la actualidad, en el seno de los partidos y organizaciones tradicionales de la izquierda de la mayoría de países desarrollados, los burócratas, sus vasallos y los incondicionales de toda la vida campan a sus anchas por los locales y agrupaciones, junto a algún que otro bienintencionado y quijotesco militante que intenta defender nobles causas y “desfacer” entuertos. Mientras tanto, las bases y los votantes se encuentran en sus casas, AUNQUE ESO NO SIGNIFICA QUE NO EXISTAN Y HAY QUE TENERLOS MUY EN CUENTA.

La clase obrera, por encima de libros y teorías, aprende de su propia experiencia. Las derrotas de las luchas obreras de finales de los 80 y los 90 en Europa, la desindustrialización, la precarización del empleo, el paro y las consecuencias de la crisis económica actual constatan, fracaso tras fracaso y retroceso tras retroceso, la triste realidad del reformismo.

A pesar del rumbo que han tomado nuestros dirigentes, es importante comprender que por un lado, los trabajadores son ante todo prácticos, y siempre se dirigirán en primera instancia, tanto a nivel político como sindical, hacia sus organizaciones tradicionales, en cuyo seno, debido a la presión de las bases, se desarrollarán y extenderán corrientes de izquierda socialista que tratarán de recuperar el auténtico programa del socialismo, junto a corrientes centristas cuya característica principal es la oscilación entre reforma y revolución. Por otro lado, los trabajadores poseen sus propias tradiciones de lucha, sus sindicatos, partidos, siglas, símbolos…, y de la misma forma que lucharán a brazo partido antes de permitir que les arrebaten ese legado, también son reacios a abandonarlo a la primera de cambio.

Es conveniente resaltar, para quienes apelan constantemente a la incorrección política de muchos de los símbolos que los trabajadores han incorporado a sus tradiciones, que la memoria histórica de la que parten muchas de estas tradiciones, de forma similar a la memoria individual, es selectiva y tiende a idealizar el pasado. Consta de elementos que para muchos trabajadores están por encima de cualquier imperfección que los ligara anteriormente al estalinismo, al reformismo o a cualquier otra desviación contraria al marxismo, puesto que hoy en día se concentra en ellos la esencia de los principios más revolucionarios que llegaron a expresar en el pasado, los valores y programas primigenios con los que nacieron sus organizaciones y por los que lucharon nuestros antepasados y que sus descendientes anhelan hoy en día. Por lo tanto, la memoria histórica no es abstracta, sino un conocimiento que entraña valores, principios, ideas y sentimientos, que se transmite de generación en generación, de padres a hijos y de abuelos a nietos, en un proceso donde se mitifican siglas, se idealizan partidos, se veneran símbolos y dirigentes históricos se convierten en leyenda .

Así pues, tan sólo aquellos que por su condición social carecen totalmente de estas tradiciones, se atreven hoy en día a inventarse unas siglas y formar un partido partiendo de la nada, con la falsa ilusión de creerse los más revolucionarios, esperando a que el resto de los trabajadores abandonen sus partidos y se sumen al suyo. Lo peor son las conclusiones que estos elementos extraen contra la clase obrera para explicarse por qué sus análisis y perspectivas no se cumplen tal y como esperaban. No comprenden que cuando las masas entran en la escena política y se expresan en sus organizaciones tradicionales, sus direcciones, debido al aumento de la presión por la base, se sienten empujadas a emplear un lenguaje más radical y a ostentar con mayor frecuencia todo tipo de simbología revolucionaria ante el temor de perder influencia —o bien porque realmente con la evolución de los acontecimientos, algunos dirigentes evolucionan también políticamente— provocando un notable giro hacia la izquierda. El motivo es lo de menos, lo que importa es que, tal y como afirmaban Buenaventura Durruti y León Trotsky, cuando las masas entran en política, lo hacen exigiendo el cumplimiento de todo aquello que se les prometió.

Así, a modo de conclusión, el deber de todo revolucionario es luchar junto a la clase trabajadora en el seno de sus organizaciones tradicionales. Es en este campo de batalla donde el imperialismo intenta manipular, dividir, comprar, corromper y sobornar con tal de arrebatarnos nuestras principales armas ideológicas y organizativas, puesto que el imperialismo sabe perfectamente que es ahí donde principalmente se dirigen las masas cuando el pueblo se alza contra sus opresores, exigiendo a sus dirigentes pan, tierras, dignidad, paz y justicia. En consecuencia, es en estas organizaciones donde las fuerzas revolucionarias tienen que presentar la contraofensiva ofreciendo a las masas un programa marxista con el fin de evitar que la oscilación hacia la izquierda de la dirección, originada por la presión de la base en un momento de auge de la lucha de clases, no sirva a los elementos reformistas para aplacar los ánimos revolucionarios de los trabajadores y poder luego girar el timón hacia la derecha, sino para encauzar el movimiento revolucionario hacia la completa erradicación del capitalismo.

Daniel Guerra