miércoles, 29 de diciembre de 2010

Leyes antidescarga en la ciberguerra. (Daniel Guerra)

El otro día, al salir de casa después de una noche lluviosa, observé que en el suelo del parque de mi barrio se había formado barro. Como hacía semanas que necesitaba un cenicero, tomé un poco de ese barro, le di forma, lo cocí en un horno casero, y en poco tiempo ya tenía el cenicero que tanto deseaba ¡Qué contento estaba con mi nuevo cenicero!

Al poco tiempo alguien llamó a la puerta,
─ ¡Toc, toc!
─ ¿Quién es?
─ ¡Abra! ¡Policía!

Al asomarme a la mirilla, un policía de paisano me mostró su placa. Le acompañaba un señor al que no conocía. Abrí y les dejé pasar. El señor desconocido se identificó como “el mayor fabricante de ceniceros de barro de todo el condado”. Fui acusado de robarle la idea, de competencia desleal y de ser el causante, junto a todos los demás individuos que como yo tienen la desfachatez de recoger barro del suelo para fabricar sus propios ceniceros, de su ruina inminente. El policía me requisó el cenicero y me puso una multa; un juez me prohibió recoger más barro del suelo y encima tuve que oír cómo me llamaban “pirata”. Más tarde, el señor fabricante de ceniceros quiso incitarme a que le comprara uno. Los suyos resultaban ser casi idénticos al que yo había moldeado: toscos, sin pintar, sin adornos ni filigranas… simplemente ceniceros de barro fabricados en serie y a un precio que no me podía permitir (para ser un cenicero). La única diferencia entre aquellos ceniceros y el que me requisaron consistía en una marca en la parte inferior con la letra “c” en el interior de un círculo: ©

Este breve cuento surrealista sobre barro y ceniceros, es poco más o menos lo que está ocurriendo con Internet y las leyes contra las descargas ilegales. Actualmente, mientras en España continúa  la polémica de la ley Sinde contra las descargas, en el país galo ya han comenzado a enviar masivos “toques de atención” a los internautas sospechosos de descargar contenido ilegal de la red. De esta forma, se estrecha el cerco a Internet en la supuesta lucha contra la “piratería informática”; he aquí una prueba más de que el capitalismo hace tiempo que dejó atrás su misión histórica de desarrollar la ciencia y la tecnología.

Vivimos en una sociedad en la que la separación entre la cultura y el pueblo se encuentra a un sólo “click” de distancia, obteniendo prestaciones iguales o similares a las que el mercado nos ofrece en diversos soportes digitales a precios desorbitados. Por lo tanto, según las teorías clásicas del capitalismo, la corroboración de que un producto ha quedado desfasado, debería impulsar a la industria audiovisual al desarrollo o mejora de otros productos cualitativamente superiores a los que ya podemos obtener de forma gratuita. Pero las teorías en las que el capitalismo aparece como benefactor y promotor de desarrollo, incluso en la que aparece beneficiado a sí mismo como sistema económico, rara vez funcionan más allá de la mera propaganda.

Así pues, dado que a la industria no le interesa invertir en investigación y desarrollo, (y cuando lo hace, es a costa de aumentar la explotación sobre sus trabajadores) ésta se aferra a productos obsoletos y/o poco competitivos aplicando medidas proteccionistas basadas en la prohibición, la coacción y la criminalización. Parece ser que la ley capitalista del máximo beneficio a corto plazo supera con creces la máxima de “renovarse o morir”, la cual, no por pasar a un segundo plano, deja de ser cierta. De este modo, con la excusa de la protección de la propiedad intelectual y los derechos de autor, se priorizan los beneficios de unos pocos en detrimento de los consumidores, del desarrollo tecnológico, de los propios autores a quienes pretenden defender y de la sociedad en general.

Criminalizar a quien hace uso de las nuevas tecnologías que se encuentran al alcance de todo el mundo para acceder a la música, el cine, la literatura…; es decir, creaciones humanas a las que deberíamos poder acceder y disfrutar libremente por derecho, es intentar poner puertas al campo. Con ello, la industria audiovisual no consigue más que obstaculizarse a sí misma impidiendo su propia evolución, que es lo mismo que cavar su propia tumba. Sin embargo, para seguir la ley a la que toda gran empresa privada se encuentra atada del máximo beneficio en el mínimo período de tiempo, no tiene más remedio que seguir cavando. Es una de las contradicciones de la sinrazón del capitalismo.

Pero más allá de las descargas ilegales y los derechos de autor, es necesario analizar este problema dentro de su propio contexto. Me refiero al contexto de Internet y la ciberguerra que se está desarrollando entre los poderes fácticos y los defensores de las libertades del pueblo.

Tierra, Mar, Aire y Ciberespacio son los cuatro escenarios en los que actualmente se desarrollan las batallas de una guerra moderna, y la lucha de clases no es una excepción.  Para cada uno de estos medios el capitalismo cuenta con sofisticados recursos, material moderno y personal cualificado en defensa de la propiedad privada de los medios de producción.

Sin embargo, para el cuarto escenario aún no existe un ejército como tal, algo a lo que habría que achacar a la mentalidad conservadora de, valga la redundancia, los conservadores. Basta con recordar la historia de la aviación y las reticencias de los ejércitos para usar el avión como arma militar, o la mala disposición de algunos Estados Mayores para sustituir el caballo por el carro de combate incluso en vísperas de la II Guerra Mundial. Es una ventaja con la que cuentan los ciberactivistas actuales, pero esto no puede durar mucho.

En esta guerra, entre otras cosas, está en juego el control de la red, una batalla en la que el pueblo está perdiendo terreno con la aprobación de las leyes antidescargas, pues supone mayor vigilancia de los internautas. Internet es un nuevo campo de batalla en la lucha de clases desde el cual estamos presenciando cómo ciberactivistas combaten la censura de los medios de comunicación oficiales, difundiendo y denunciando lo que otros pretenden esconder o no se atreven a mostrar, vemos cómo intereses ajenos a la causa de las libertades del pueblo inundan la red con cantidades ingentes de información, en ocasiones sin valor y contradictoria,  neutralizando así la información verídica. Estamos siendo testimonios de luchas que se potencian o se organizan y convocan directamente desde Internet, se propagan ideas, campañas, noticias… Se intercambian documentos, información… Hay lucha y resistencia.


En el otro bando, se aprueban leyes para el control de la red, se decreta el cierre de webs, se anulan perfiles en redes sociales, etc. En el frente del software libre, Linux avanza y gana terreno ante el monopolio de Microsoft, gracias al esfuerzo de cientos de miles de colaboradores (a pesar de que los capitalistas llevan tiempo estudiando la forma de sacar rendimiento a un sistema operativo tan barato). A este respecto se está preparando para finales del próximo año una red social de código abierto que pretende ser una alternativa libre a Facebook. Esta red se denominará “Diáspora”, con la que confío que consigamos construir una herramienta eficaz y masiva de lucha. Facebook es una red social que actualmente está siendo muy utilizada por ciberactivistas a los que cada vez se censura más y se les va recortando el campo de acción, especialmente tras los últimos cambios aplicados en los perfiles, en los que cambian espacios de información con  los que se podían difundir ideas y lanzar consignas por fotos. Además de presentar continuamente problemas de seguridad.


En el frente cultural, pese a la gran masificación de publicaciones, existe una gran censura literaria sin precedentes que sólo Internet, la digitalización de las obras y sus descargas puede salvar. Si en el pasado se quemaban libros, hoy se editan con fecha de caducidad. La edición de una gran obra de investigación científica, histórica o económica destinada a un público reducido es posible que no llegue a ver la luz jamás. Son obras que podrían perdurar en el tiempo y a largo plazo tener más ventas que un best-seller, pero son incapaces de mantener una fuerte tirada inicial y si ésta se publica, será con una tirada corta, para vender pocos ejemplares y desaparecer para siempre. "El Capital" de Karl Marx, por poner un ejemplo, como muchos de los grandes clásicos del pensamiento y la literatura, nunca se habrían editado de haber existido las condiciones de hoy en día.


La libertad de expresión recientemente ha ganado una gran batalla gracias Wikileaks, la Web con la que hemos podido constatar qué es lo que se cuece tras las bambalinas del Imperio y quiénes, de qué manera y bajo qué intereses nos engañan y manipulan. Su autor, Julian Assange, está sufriendo las consecuencias de su osadía. A los cuerpos de élite capaces de infiltrarse en las líneas enemigas, obtener información, contrarrestar sus ataques, sabotear sus planes, o simplemente, repartir entre el pueblo a modo de un moderno Robin Hood los alimentos intelectuales que la burguesía acapara en grandes almacenes para su propio beneficio, se les denomina “hackers” o “piratas informáticos”. Si bien es cierto que estos individuos navegan por la red con bandera pirata, también es verdad que a muchos de ellos les corresponde la patente de corso que los más oprimidos les reconocen en nombre de las libertades y causas que defienden. Por lo tanto, denominémosles “Corsarios Informáticos”, porque la lucha de clases existe y se desarrolla también en el ciberespacio.



Daniel Guerra

29-12-2010



viernes, 10 de diciembre de 2010

Pablo Iglesias. A 85 años de su fallecimiento, su legado es más vigente que nunca (Por Daniel Guerra)

"(…) es cierto que aspiramos a llevar repesentantes de nuestras ideas al municipio, a la diputación y al parlamento, pero jamás hemos creido, ni creemos que desde allí pueda destruirse el orden burgués y establecer el orden social que nosotros defendemos". (Pablo Iglesias, Comentarios al programa socialista, Madrid, 1910).


En el seno de una familia humilde, el 18 de octubre de 1850 nace en Ferrol (Galicia) Pablo Iglesias Posse (familiarmente conocido como Paulino), hijo de Pedro Iglesias Expósito, empleado del ayuntamiento del Ferrol y de Juana Posse. Antes de su nacimiento había fallecido la primera hija que había tenido el matrimonio, Elisa.

A la edad de seis años comienza a asistir a la escuela hasta la muerte de su padre, cuando él contaba tan sólo nueve años de edad. Es entonces cuando junto a su madre y su hermano menor Manuel (que más tarde moriría de tuberculosis) emigran hacia Madrid. El viaje lo realiza a pie junto a su madre, mientras que su hermano menor fue enviado con antelación en una carreta con los pocos enseres que poseían.

Al llegar a Madrid, donde esperaban acogerse a la ayuda de un familiar, se encuentran con que éste había fallecido y estan desamparados. Su madre trabaja sirviendo en casas, pero aquello no daba lo suficiente para mantener a sus dos hijos, así que ambos hermanos son ingresados en el hospicio de San Fernando. Durante esa etapa Pablo se escapa en numerosas ocasiones para visitar a su madre. Allí, ante las durísimas condiciones que padecían los niños ingresados en la institución, Pablo Iglesias forja su carácter reivindicativo. Toda su vida arrastraría en su salud las secuelas de aquellos años.

Con las propinas que recoge como repartidor comienza su afición por la lectura que él aplica al conocimiento del movimiento obrero mundial. Cuando tiene doce años huye del hospicio para trabajar y ayudar a su madre. Ejerce el oficio de tipógrafo en diferentes imprentas, mejorando poco a poco su salario y asiste a clases nocturnas de francés pagadas por él mismo.

Al amparo de las libertades que otorga la Constitución de 1869, (el Sexenio Revolucionario de 1869 a 1875) la sección española de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) organiza una serie de conferencias en Madrid y a ellas asiste Iglesias. En 1870, solicita su ingreso en la sección de tipógrafos. Poco tiempo después resultó elegido miembro del Consejo Federal de Madrid. La aparición de "La Solidaridad", periódico de la Internacional, le proporciona una ocasión para iniciar una intensa labor periodística que solo acabará al final de su vida.

Pablo sufre persecuciones y es despedido de distintas imprentas por su militancia hasta que en 1874 consigue acceder a la presidencia de la Asociación General del Arte de Imprimir. Desde este puesto comienza a preparar desde la clandestinidad un nuevo partido político de corte obrero-socialista, que culmina el 2 de mayo de 1879 con la fundación del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en la taberna Casa Labra, a la que asistieron 25 personas: 16 tipógrafos, 4 médicos, un doctor, dos joyeros, un marmolista y un zapatero.

En 1885, tras abandonar la presidencia de la Asociación General del Arte de Imprimir consigue el máximo puesto en la Federación Tipográfica Española. El 12 de mayo de 1886 sale a la luz el primer número de “El Socialista”, revista de corte obrero-sindicalista fundada por él mismo y que se continua editando en la actualidad.

El 12 de agosto de 1888, los socialistas se reúnen por primera vez en Barcelona, donde se acuerda la creación del sindicato Unión General de Trabajadores (UGT), nombre propuesto por el propio Iglesias. Este mismo año acude al Congreso fundacional de la Segunda Internacional como representante portavoz del PSOE. Iglesias accede a la presidencia de la UGT un año más tarde, cargo que ocuparía hasta su muerte.

En 1890, el Primero de Mayo se celebra por vez primera en España. Pablo Iglesias encabeza una impresionante manifestación en la que es el encargado de entregar al Gobierno las reclamaciones de la clase obrera, entre ellas, la reducción de la jornada laboral a ocho horas y el cese del empleo de niños en actividades laborales. También en ese año celebró el II Congreso del PSOE. Entre 1894 y 1895, Pablo Iglesias y Federico Engels, colaborador y mano derecha del ya entonces fallecido Marx, mantienen una intensa correspondencia sobre el ascenso del movimiento obrero en Europa y la adhesión de los socialistas de Europa a los congresos del PSOE. Su intensa actividad epistolar se extiende a personalidad como Jules Guesde, Paul Lafargue, Karl Kaustky, Liebknecht, Albert Thomas….



En 1898, mientras el país muestra un absurdo sentimiento patriotero por la guerra de Cuba, Pablo Iglesias condena el conflicto con una frase que le traerá grandes enemistades: "Allá van los esclavos blancos a luchar contra los esclavos negros"

En 1903, el PSOE obtiene tres concejales en el Ayuntamiento de Madrid: Pablo Iglesias, Largo Caballero y García Ormaechea. 58 concejales socialistas más saldrán elegidos en otros ayuntamientos de España, lo que supone un primer avance contra el sistema de caciques, que hasta ahora habían dominado la época de la Restauración. De hecho en las elecciones de 1905 Pablo Iglesias, Largo Caballero y García Ormaechea salieron elegidos concejales por Madrid.

En 1908 funda la Casa del Pueblo de Madrid. Un año después es detenido durante 18 días en relación con los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona, al firmar un manifiesto convocando a la huelga general. El ejemplo de la Casa del Pueblo de Madrid cunde por toda España, que pronto se ve plagada de estas “sucursales”, sobre todo en Asturias y País Vasco. Los obreros tienen así algo que es de sí mismos, donde además se les enseña a leer y a escribir, pero también se les da a los más avanzados enseñanzas propias de una universidad popular. Dos años después el PSOE consigue su primer diputado en el Parlamento Español, cuyo sillón ocupó Iglesias. En sucesivas elecciones fue incrementándose el número de representantes.


En 1919, debido a una grave pulmonía, cesa parcialmente de sus obligaciones políticas, su salud comienza a ser precaria. Las escisiones que el PSOE sufrió entre 1920 y 1921 por parte de varios grupos (Partido Comunista Español y Partido Comunista Obrero Español) que acabaron fundando el Partido Comunista de España, mermaron aún más su delicada salud.


Durante toda su existencia llevó una vida de gran austeridad, identificado con la pobreza de la clase trabajadora de aquellos años. Durante un tiempo, llega a vivir en la redacción de “El Socialista”, y con frecuencia este fue su único salario. Su única afición era la zarzuela, que al parecer cantaba con arte. No se casó, aunque sí tuvo una pareja femenina, cuyo hijo fue para él como un hijo propio.

El 9 de diciembre de 1925, Pablo Iglesias fallece en Madrid. Entre sus escasas posesiones personales, en un cajón de su humilde despacho, había dejado un sobre con mil pesetas para el periódico “El Socialista”. Su capilla ardiente fue instalada en la Casa del Pueblo. El Gobierno se ve obligado a conceder autorización para celebrar una manifestación en la que más de 150.000 personas acompañan el féretro al cementerio civil de la capital.

En 1939, al término de la Guerra Civil y siendo Madrid finalmente ocupada por los fascistas, un busto de Pablo Iglesias realizado por el escultor Emiliano Barral fue dinamitado. La estatua formaba parte del monumento que la ciudad de Madrid erigió al político socialista en el madrileño parque del Retiro. Sin embargo, dos militantes socialistas, arriesgando sus vidas ocultaron durante la noche los restos del busto en los jardines de Cecilio Rodríguez del Retiro. Hicieron un plano del lugar que conservó la familia de Gabriel Pardal durante años. El 7 de febrero de 1979, una vez terminada la dictadura, la escultura fue desenterrada por miembros del PSOE. Hoy en día se encuentra en la sede del partido, en la calle Ferraz de Madrid.

"O con unos o con otros, o con el trabajador o con el capital, no se puede servir a dos amos a la vez". Ése es uno de los principales legados que nos dejó el compañero Pablo Iglesias (El abuelo, como le llamaban cariñosamente) Algo que hoy, a 85 años de su desaparición, comprobamos más que nunca que estaba en lo cierto. La izquierda no puede gobernar con, sino contra el capitalismo. En el manifiesto fundacional del PSOE, redactó lo siguiente: “(…) En suma el ideal del Partido Socialista es la completa emancipación de la clase trabajadora. Es decir, la abolición de todas las clases sociales y su conversión en una sola de trabajadores libres e iguales, honrados e inteligentes (…) "


Independientemente de si se está de acuerdo o no con algunas de las decisiones que tomó, su honestidad, su coherencia política y su entrega sin fisuras a la causa por la emancipación del proletariado lo convierte un una figura clave de la izquierda española y un referente para todos nosotros.

Daniel Guerra
09-12-2010