jueves, 17 de marzo de 2011

Libia y la Revolución Árabe. Guerra, mentiras y diplomacia. (Por Martín Moreno)

Las tropas de Gaddafi avanzan hacia el este de Libia. Es la contrarrevolución. Las fuerzas mercenarias del tirano, armadas durante décadas por las potencias imperialistas se dirigen hacia Bengasi con el objetivo de abortar la Revolución Árabe capítulo Libia y pasar a cuchillo a los revolucionarios, sometiendo la ciudad y el país a un mayor régimen de terror. La diplomacia, la política de los espejos y las mentiras de los imperialismos y su socio libio contra la Revolución van quedando al descubierto. Ni se trata de una conspiración de Al Qaeda, ni son drogadictos, ni es posible se atrevan a una zona de exclusión aérea, o sea una pantomima en realidad, ni bombardeos sobre la aviación del régimen libio, ni intervención militar directa de los imperialismos, a las que cualquier marxista debe oponerse firmemente. En realidad, ahora no les hace falta, su socio está recuperando terreno. Falsa también es la presunción de que el imperialismo ha suministrado armas para el Consejo Nacional Libio... Son las mentiras de la diplomacia imperialista que sumadas a las de Gaddafi componen la ceremonia de la confusión. 

En su fuero interno las potencias imperialistas se regocijan: ya no necesitarán la intervención militar, que no era contra Gaddafi sino para protegerlo e intentar abortar la Revolución Árabe. La teocracia iraní ve alejarse el peligro de “contagio”. La autocracia saudí y los emires del Golfo retoman impulso para enviar tropas a Bahrain y establecer un estado de excepción por tres meses, aprovechando también que los mass media burgueses están centrados en la tragedia de Japón. Ya no necesitan salvar a Gaddafi de la revolución pagándole los favores de los suculentos negocios en joint venture. No necesitan aplastar con sus propias tropas la Revolución Árabe capítulo Libia. Gaddafi puede hacer el trabajo sucio a Washington, Paris, Londres, Roma, Tel Aviv y Teherán. 

Los imperialistas maniobran, buscando aparecer como “demócratas”. Es el miedo a la Revolución, no solo en el mundo árabe, pues en Libia hay un pueblo en armas, sino en los propios Estados Unidos. Hasta el Dalai Lama ha prometido reformas a los tibetanos en el exilio y un “gobierno democrático”. En sí, la democracia burguesa sólo es posible para países capitalistas “ricos” y durante un periodo de tiempo. Ante las crisis, recurren a la más feroz y sangrienta dictadura.

Si Gaddafi y las potencias imperialistas lograran controlar por un tiempo la Revolución Libia, ese objetivo común que comparten en realidad, más allá del teatro de la diplomacia al que nos someten cada dia, el tirano lograría un balón de oxigeno, un plazo más para que pudiera disfrutar de los millonarios sobornos obtenidos de las transnacionales por las concesiones comerciales a sus socios imperialistas y seguir en el nepotismo del sueño de ser sucedido por su hijo Said Al Islam. Y el imperialismo podría continuar el negocio con ese capitalismo de compinches. Por eso, Gaddafi rápidamente se ha apresurado a decir que pueden regresar con sus petroleros a los puertos libios. El futuro de la Revolución Árabe no será determinado por los acontecimientos en Libia en caso de un triunfo militar de Gaddafi. La lucha no cesará en el propio interior de Libia, se dará por otros medios, y continuará en el resto de países, desde Marruecos a Yemen, desde Bahrain a Siria. La juventud revolucionaria está dispuesta a pelear hasta el final. El pueblo libio tiene enormes tradiciones de lucha, en especial en la Cirenaica, donde Omar Mukhtar hostigó por más de veinte años a las tropas coloniales italianas y al fascismo de Mussolini.

La Revolución Árabe capítulo Libia ha vuelto a mostrar la bancarrota de los partidos de la socialdemocracia en todo el mundo. Ni una movilización en apoyo al pueblo revolucionario se ha producido en París, Roma, Berlín, Londres o Madrid. Al coro del imperialismo se ha unido la izquierda confusa que festeja anticipadamente la victoria de Gaddafi sin darse cuenta, en el mejor de los casos, que han caído presas del juego de espejos, de las maniobras y trampas de los intereses imperialistas. Todavía no sabemos los acuerdos de la diplomacia secreta a los que llegaron los enviados de Gaddafi con los lideres europeos en los encuentros sucedidos en Malta, Portugal, París y Bruselas, aunque la Historia siempre encuentra su particular Wikileaks.

La “no intervención” 

La “no intervención” no es una abstracción. Cuando la Revolución avanzaba, objetivamente le era beneficiosa. Ahora ha devenido en su contrario, y la no intervención favorece los intereses de Gaddafi y el imperialismo. No se puede defender en estos momentos la “no intervención”. Hay que defender la intervención desde un punto de vista de clase, revolucionario. No hacerlo es una traición a la Revolución Árabe. Lo que está en juego es una Revolución, no una simple “revuelta” o “rebelión” esos eufemismos falseadores de la propaganda intoxicadora. Hay un pueblo en armas que ha perdido el miedo, un factor central en toda Revolución pase lo que pase, y que combate a fuerzas muy superiores en armamento. Falta construir poder popular en Libia, en estado muy incipiente ante la vorágine de los acontecimientos y la premura de los combates. Es la garantía para derrotar la ofensiva gaddafista. 

Brigadas Internacionales

Las organizaciones de clase de masas en todo el mundo deben llamar a formar Brigadas Internacionales, fundamentalmente del mundo árabe, que acudan en apoyo de los revolucionarios libios y en defensa de las conquistas de la revolución (comités revolucionarios, armamento del pueblo...) a la vez que se mantiene un no rotundo a cualquier intervención de las potencias imperialistas en suelo libio. De nuevo, la socialdemocracia y los restos del naufragio histórico del estalinismo se unen para aplastar una Revolución. Se puede repetir la historia de la Revolución española de 1936. Los acontecimientos, moviéndose a la velocidad del rayo, han tomado por sorpresa a las débiles fuerzas de la izquierda revolucionaria en el mundo. Nadie podía prever este giro brusco de los acontecimientos. Una guerra, dado que su naturaleza esencial es el riesgo, no puede ser prevista en sus giros y desenlace de antemano, más allá de trazar los elementos centrales del proceso en general. No se puede dar una respuesta acabada a un proceso inacabado. En cualquier caso, es una batalla, no la guerra completa. 

Al principio, La Revolucion Arabe, se movió muy rápidamente en Túnez y Egipto y tomó por sorpresa al imperialismo y a los regímenes tiránicos títeres o aliados de las potencias, como le sucedió al imperio otomano en Acqaba con los cañones apuntando al mar. Pero el imperialismo y Gaddafi se recuperaron. Y han pasado a la ofensiva, con intereses aliados, para derrotar la Revolución, desplegándose la contrarrevolución en Libia y en Bahrain. A partir de ahora, con mayor posibilidad será más larga y dura la lucha contra teocracias, dictaduras monárquicas absolutistas, autocracias de toda laya, apoyadas por el imperialismo USA, los imperialismos europeos, China y Rusia.

La Revolución Árabe

 El objetivo del imperialismo es frenar la Revolución Árabe. No se trata simplemente del petroleo libio. Ya lo tenían con Gaddafi en circunstancias ventajosas. Ni British Petroleum ni otras compañías se quejaban de sus acuerdos. No se trata ya sólo de comités revolucionarios en los barrios, armados con palos y cuchillos y alguna esporádica pistola, como vimos en Egipto. Es una milicia del pueblo armada con RPG'S, antiaéreos, etc, puede que obsoletos e ineficientes para una victoria militar sin que vaya acompañada de medidas de Revolución social (ocupación de fábricas, huelga general, cuestión agraria..) pero al fin y al cabo un ejemplo armado de Revolución, no como teoría en un libro sino práctica, con un dedo en un gatillo y sin miedo a morir. Este hecho siembra el pánico entre los capitalistas de todo el mundo. 

Hay más pánico desatado en la clase dominante de todos los países del mundo a la Revolución Árabe que a la crisis nuclear japonesa. El denominador común es un sistema capitalista en todos ellos con tasas elevadas de desempleo, hambre, con una juventud que ve ante sí un futuro peor, que antes tenía la válvula de escape hacia Europa, más restringida ahora por la profunda crisis capitalista... A ello se suma el mundo ex colonial, formalmente independiente, cuya primera característica es continuar bajo la bota del imperialismo como realidad opresora desde hace siglos. Con un pasado de cultura y esplendor, con una población mayoritariamente joven, más instruida, informada y moderna en las grandes ciudades, como El Cairo, ante la perspectiva de vivir peor que sus padres por la Gran crisis del capitalismo no se resignan y luchan por la Revolución social. La liberación nacional y social sólo puede ser obra de la Revolución Socialista, que construya una democracia obrera.

Ni Gaddafi ni ningún régimen capitalista pueden ofrecer una solución a los problemas de desempleo, pobreza y desigualdad de los trabajadores libios. Una lección hay que extraer: la Revolución Árabe fue victoriosa en Túnez y Egipto porque la clase trabajadora entró en escena por medio de la Huelga General y ocupación de fábricas. Solo los trabajadores libios pueden parar las refinerías y las industrias libias y crear un doble poder, el poder popular. Si Gaddafi recupera momentaneamente el control y el poder, por medio de una victoria militar, solo debe recibir un cascarón vacío. 

Los imperialistas, ahora agazapados mediáticamente tras la catástrofe de Japón, quedarán atrapados en su propio espejismo. Las leyes de la Historia siempre terminan siendo más poderosas que el mayor tirano, el mayor imperio y la clase más dominante. Nada es eterno salvo el movimiento y la transformación de la materia. Los avances próximos de la Revolución Árabe pueden tener un carácter mas duro, cruento e incluso prolongado que en Túnez o Egipto. Pero nunca el reloj de la Historia se ha parado y no lo hará ahora, ni en el Magreb & Medio Oriente ni en el resto del mundo. La Revolución Árabe se extiende e inspira las luchas desde los Estados Unidos a China y hasta Burma (Birmania).

La Revolución Árabe, que se encuentra en su primera etapa, ha logrado en apenas dos meses más que en los últimos 30 años. Desde la chispa en Túnez ha derribado gobiernos y dictadores títeres del imperialismo, ha asestado un golpe al control imperialista en la zona, y ha mostrado claramente la debilidad del imperialismo, que en el pasado ya habría invadido sin más y ahora no puede. Un hecho muy significativo fue el paso por el Canal de Suez de dos navíos de guerra iranís por primera vez desde 1979, camino a Siria, con autorización egipcia. 

Ahora confiando en nuestra clase, en que los trabajadores extraen lecciones, se trata de acabar con el sistema capitalista para poder transformar una revolución social en una revolución socialista, carácter que no tiene en estos momentos.

El papel de los trabajadores en la Revolución Árabe

Por mucho que los mass media de la burguesía pongan su máximo esfuerzo en ocultar que la Revolución Árabe esta siendo protagonizada por trabajadores, la mayoría jóvenes empleados y desempleados,no se puede tapar el sol con un dedo. Hemos presenciado eventos como la huelga general indefinida en el egipcio Canal de Suez y la Huelga General convocada por la UGTT tunecina....Es gracioso ver las piruetas verbales que deben hacer los mass media y sus "intelectuales" que un día le llaman Revolución (cuando arrecia el movimiento en un país) y cuando creen que es menor pasan de nuevo a su cantinela de "rebelión " y "revuelta", acompañados en el coro por los escépticos de salón supuestamente situados "más a la izquierda". Por fortuna, los trabajadores y jóvenes del Magreb & Medio Oriente no prestan la más mínima atención a estos señores ni a los medios burgueses, que como acaba de reconocer la secretaria de Estado USA, Clinton, están "perdiendo la guerra" mediática. Y esto es lo verdaderamente importante y decisivo en la situación: la perdida del miedo, la confianza en las propias fuerzas, el efectuar la experiencia de una victoria revolucionaria, cosa que a veces no sucede en toda una generación, la creación de doble poder, de poder popular, el avance en la organización de la clase y en derechos democráticos, como la legalización de partidos de clase en Túnez...Nada de esto se borra de la conciencia colectiva de la clase.

El imperialismo USA, los imperialistas europeos y China son los primeros interesados en la victoria de Gaddafi. Temen más a la extensión de la Revolución Árabe, a la que Hillary Clinton definió como la “tormenta perfecta”, que al régimen pro-capitalista corrupto de Gaddafi, que no pretende extender ningún pretendido “socialismo” ni ninguna “revolución”, muy al contrario pretende ser el sepulturero de la Revolución Árabe, el siervo fiel del imperialismo que le recompensará reanudando los negocios que hacen rica a su familia. Por eso concede entrevistas a Le Journal de Dimanche, la televisora ABC o Il Giornale, es decir, se dirige a Francia, Estados Unidos, e Italia, quejándose de que no entiende por qué Sarkozy o Berlusconi le habían abandonado si estaba cumpliendo sus acuerdos y negocios, que sigue siendo un fiel vasallo y que pueden volver a enviar sus petroleros a los puertos libios para seguir juntos haciendo negocios. Nada que ver con la actitud de un revolucionario, de un socialista, que además de denunciar el bloqueo y la amenaza de intervención imperialista llamaría a extender la revolución a todo el mundo árabe. Lenin advertía que para conocer a un hombre no te fijes en lo que dice de si mismo ni la pompa con que se reviste sino en sus hechos. Privatización hasta el día de hoy de petróleo y gas, expulsión de palestinos, encarcelamiento de comunistas y socialistas, la inexistencia de sindicatos obreros, prohibidos.Tales son los hechos en relación al régimen libio a marzo de 2011, no a febrero de 1972.Y la flecha del tiempo no permite viajar al pasado.....

De hecho, Gaddafi apoyó a Ben Alí, títere del imperialismo francés y USA en Túnez, y no a los trabajadores y el pueblo tunecino. De igual manera apoyó a Mubarak contra el pueblo revolucionario egipcio. El hijo de Gaddafi acaba de revelar en una entrevista exclusiva a Euronews que el "socialista" y "antiimperialista" de su papá resulta que pagó la campaña electoral del imperialista y reaccionario derechista Sarkozy. ¿Y a ese sátrapa lo puede defender alguien que se llame socialista? No se puede caer más bajo..... Esta es una política reaccionaria. Los defensores de Gaddafi olvidan convenientemente estas circunstancias. 

Nueva era de Revolución Mundial. La hidra de la Revolución.

La Revolución Árabe forma parte de una nueva era de Revolución Mundial, donde el péndulo gira a la izquierda en amplias zonas del mundo (en el Sur de América desde inicios del siglo XXI y ahora en el mundo árabe, Magreb y Medio Oriente). No asistimos a una suma de revoluciones nacionales, sino a un parte de la Revolución Mundial en un área del mundo. Si se pierde de vista este punto de partida internacionalista no se puede entender nada de la situación. No se trata solo de los acontecimientos en Libia. La teoría del socialismo en un solo país, reminiscencia de los restos del naufragio de los regímenes burocráticos estalinistas, se muestra impotente para explicar los procesos complejos que se dan. Aplican la falsa máxima que que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo” Sustituyen las relaciones de clase por relaciones diplomáticas. Los marxistas estamos siempre donde se encuentra nuestra clase, en cualquier lugar del mundo. Y si nos equivocamos, nos equivocamos con nuestra clase, no contra ella. Porque nadie en su sano juicio se cree, como los falsos delirios de Gaddafi proclaman que todo sea una conspiración de Al Qaeda o cuatro afganos, de ese mismo fundamentalismo islámico que ha mostrado su completa bancarrota cuando las masas obreras irrumpen en la escena, protagonizando huelgas generales o insurrecciones armadas revolucionarias.

Dicen que la repetición es la madre de toda ciencia: Si incluso la Revolución Libia fuera derrotada por la tiranía de Gaddafi, eso no variaría el proceso revolucionario general en el resto de países. Sin duda, la derrota de Gaddafi la incentivaría aun más, pero hasta ahí, nada mas. Son las condiciones materiales las que determinan la conciencia, o la falta de ellas, se puede agregar..De ahí que desde Rabat a Mascate veamos los mismos carteles “No al desempleo” “Abajo la tiranía” y otros similares.....

La Revolución Árabe es como un hidra, cuenta con muchas cabezas. Si se corta una no provoca que dejen de existir las demás. En sí, una revolución es un proceso con avances y retrocesos, victorias y derrotas, no es una linea recta, y habrá bastantes ocasiones para avanzar más. La lucha de clases, pase lo que pase, en cualquier circunstancia, incluso si toda la situación volviera a dar un vuelco y se diera una victoria de la Revolución, pues continuaría mientras no fuera una revolución socialista y liquidara el sistema capitalista.

La cuestión es que ningún régimen capitalista, ni siquiera los ricos estados del Golfo con poca población y muchos recursos petroleros, pueden ya ofrecer alternativas, no pueden hacer reformas decisivas como el capitalismo tomado en su conjunto podia efectuar en el pasado y comprar la paz social. El capitalismo es más que nunca, en la era de Internet, un sistema global, interrelacionado. Ahora se ven obligados a profundizar las contrarreformas, incluso al interior de Estados Unidos. Esto se halla detrás de las históricas luchas en Wisconsin y su extensión a otros estados, que tan sólo son la punta del iceberg. La idea necesaria de una Huelga General en USA se extiende, se ocupan parlamentos...En Europa se aprueban nuevos ataques como vincular los salarios a la productividad. Esto es una receta acabada para nuevas luchas, huelgas generales, explosiones sociales...como corresponde a todo periodo con elementos revolucionarios, (a un ritmo desigual: revolución en el mundo árabe, ascenso de la lucha de clases en Europa, como tendencia general aunque lógicamente con sus alzas y bajas, en otros pre-revolución...) En todo caso, es un reflejo del cambio en la correlación de fuerzas a favor de nuestra clase. Solo la cobardía y miopía política de los dirigentes en bancarrota del naufragio de los reformismos y el antiguo stalinismo, junto a la debilidad, sectarismo y división infantil de la izquierda revolucionaria, impide que el ritmo de los acontecimientos sea más rápido en continentes como Europa. Sea como sea, también esto está siendo sometido a los embates de la espiral revolucionaria que recorre el mundo.

Revolución es cuando la clase toma su destino en sus propios manos y pierde el miedo. Internacionalismo es cuando se lucha por reivindicaciones que son en esencia las mismas, con un programa y métodos de clase capaz de ofrecer una alternativa en cada país a la crisis global del sistema capitalista.La Revolución Árabe es profundamente internacionalista, llevando el antiimperialista pan- arabismo y pan-africanismo a un nivel superior. No parte de la nada o de cero de nuevo sino de donde lo dejaron esas luchas anteriores anticoloniales, las eleva, las amplia y les da un mayor contenido y una acción de clase. Toda una generación de jóvenes trabajadores, el 70% de la población, hace una experiencia de victorias: caídas de dictadores, presionan a la consecución de derechos democráticos mínimos en países donde se parte de la no existencia de partidos de izquierda, o no elecciones que merezcan el nombre de “democráticas” (Marruecos o Yemen). Tal como dice la oposición en Yemen, y es válido para cualquier “reforma” en la actual época, llegan “muy tarde y son insuficientes”.

La clase y la Revolución sólo pueden confiar en sus propias fuerzas

Los revolucionarios árabes solo pueden confiar en sus propias fuerzas. Ninguna confianza en esa cueva de bandidos de la o­nU, ni en la Union Africana, ni en la OTAN o cualquier promesa del imperialismo, que vamos a ver como pasa de la “intervención” a la “no intervención” como quien se cambia de camisa, bajo la excusa de que se encuentran divididos y que no hay consenso. Así abandonarán a su suerte a la Revolución Libia, a la que nunca pretendieron “ayudar”. La Revolución es su mortal enemiga. La desean aplastada, como lo desea Israel, y seguir con sus negocios y áreas de influencia. Las mentiras del imperialismo quedaron bien evidenciadas con la detención de 8 militares británicos, entre comandos SAS y miembros del MI6, cerca de Bengasi. Era una operación de infiltración. Si fuera un apoyo y dialogo con el Consejo Nacional Libio hubieran tocado a la puerta. El imperialismo recibe a los emisarios de Gaddafi a la vez que se infiltra en territorio revolucionario. No es difícil deducir su misión real: espiar las defensas revolucionarias en torno a Bengasi. Y ayudar a la contrarrevolución lanzada desde Trípoli.

El capitalismo, ni en el mundo arabe, ni en ningún pais puede ofrecer una alternativa. Una generación vivirá peor que sus padres en los países capitalistas avanzados si no es trasnformada la sociedad. Solo una democracia obrera a nivel mundial puede ofrecer una alternativa no solo a los trabajadores y jóvenes sino a la humanidad. No hay margen para reformas decisivas, permanentes y duraderas. En sí, la Revolución es la única reforma permanente. Los reformistas sin reformas son cadáveres políticos, que los trabajadores y la juventud deben arrojar por el acantilado. En el resto del mundo, millones de personas no han conocido desde hace dos o tres décadas más que crisis sobre crisis y “décadas perdidas”. Hoy son crisis más profundas y prolongadas en el tiempo y recuperaciones casi inexistentes, muy débiles y muy cortas en el tiempo. Este es el motor de las Revoluciones Arabes y no ninguna conspiración. Ni existe la fuerza supuesta de Al Qaeda, ni el espantapajaros que agitan a conveniencia del fundamentalismo islámico, ni existe un imperialismo omnipotente que planifica lo que quiere y siempre vence. Son más mentiras que pretenden confundir. No fue asi en Vietnam, no fue asi en Túnez, donde desearían mantener a Ben Alí o en Egipto a Mubarak, ¿o acaso no los mantenían desde hace 30 años? El capitalismo sólo cambia de peón cuando no les sirve para contener a las masas. Entre otras cuestiones, porque la propaganda se nutre de la fuente de la rutina.

No se puede afirmar que la Revolución Árabe sea en estos momentos una Revolución Socialista. Es una exageración.Sí es una Revolución, que hasta ahora ha logrado reformas democráticas (en sí todas las reformas son hijas del miedo a la Revolución) que debe ser vista y analizada como un capítulo de la Revolución Árabe, que no es ninguna suma de revoluciones nacionales sino un proceso, con similares demandas y mismos actores en distintos países, pues igual que no partimos de ninguna Revolución "ideal" no reducimos el proceso revolucionario a una cuestión nacional, como sí hacia el estalinismo y su famosa teoría del socialismo en un solo país. No, lo vemos como un proceso internacionalista y por tanto lo analizamos en su conjunto. El todo no es una simple suma de las partes, es superior. Esto es evidente en Magreb & Medio Oriente, cuando las acciones de lucha de trabajadores, la mayoria jovenes se produce en similar forma en distintos países e incluso las maniobras de los regímenes dictatoriales, incluido Gaddafi, para intentar salvar el pellejo despliegan un abanico que va de las promesas demagógicas de reformas del inicio, a una cada vez más abierta opción de represión y guerra, como vemos en Libia o Yemen o Saudi Arabia...

Desde una oficina en Caracas, Madrid o Londres no se dirige una revolución. De hecho, las revoluciones no se “dirigen”, como si fuera un modelo de avión de modelismo aéreo que se guia por un comando y va según las “ordenes” emitidas. De hecho los revolucionarios, estrictamente , no hacemos las revoluciones, nos preparamos para ellas. La Revolución la hacen las masas, cuando empiezan a tomar su destino en sus propias manos, sacando sus propias conclusiones, aprendiendo de la experiencia, construyendo en el camino, avanzando y retrocediendo. Eso vemos en el mundo árabe. Eso no excluye la necesidad de contruir una alternativa marxista de masas a nivel internacional, La V Internacional en este momentos es una necesidad histórica, que debe ser proclamada por organizaciones de masas de la clase en todo el mundo. El proceso de toma de conciencia y el paso a la acción es el sello de una revolución, como lo fue la francesa (burguesa) y la rusa de Octubre de 1917 (proletaria), aunque en perspectiva histórica fueran secuestradas, la última de ellas por la burocracia estalinista. O la de Oliver Cromwell, en Inglaterra, que pensaba se trataba de un movimiento religioso en vez de una Revolución... Los marxistas intentamos aportar y fertilizar el proceso con las ideas y el programa del socialismo revolucionario, desde la unidad de acción. La Revolución no es el proceso en una cabeza en una recámara (habitación) de América Latina, Europa o Africa, ni se organiza con un click en el mouse y dando a la tecla “send” . Esa es una vision, ademas de falsa, conspirativa, blanquista, que flaco favor le hace a la Revolución Árabe.

Debemos prepararnos para un proceso largo, prolongado, de años, no de meses. Dos meses, si no son nada en un embarazo, menos lo son en un proceso revolucionario. Es importante no perder la paciencia, la confianza en la clase y volver a las ideas fundamentales como siempre hacia Lenin, para no perder el norte. La Revolución es un enfrentamiento de fuerzas vivas, partiendo de lo concreto, de lo que hay, en un terreno que no siempre puede ser elegido por nuestra clase. Deseamos y trabajamos porque la Revolución Árabe avance en un sentido socialista. Es nuestra tarea y la estamos realizando. La emancipación de los trabajadores será obra de sí mismos. Nadie puede, por mas bien intencionado que sea, pretender sustituir la acción y las decisiones del pueblo revolucionario libio, aunque sea con la mejor voluntad del mundo. Bien decía Lenin que el camino del infierno está empedrado de buenas voluntades.